Conocí a Guillermo Martínez cuando empezó a trabajar en el campo de mi abuela, un churquerío en las sierras cordobesas, a orillas del río Los Reartes. Eso fue alrededor de 1989 y yo tenía cuatro años. Murió el 3 de diciembre de 2003 y lo enterraron al borde de un arroyo. Hace un tiempo quise saber un poco más de ese hombre: quién había sido, cómo había llegado hasta ahí solo y con su hacha, por qué nunca hablaba de su Paraguay natal. Entrevisté a las pocas personas que lo conocieron. Los fragmentos de esas entrevistas, ese mosaico de voces, arman el cuerpo del libro, junto a las fotografías que saqué. También grabé los sonidos que debió escuchar Guillermo en su soledad. Cada tanto visito su tumba. Para llegar hay que agarrar el camino de ripio que va de Los Reartes a Villa Berna, meterse en el viejo camino hacia la escuelita rural, pasar dos tranqueras y un guardaganado, y caminar un poco más siguiendo el arroyo que en la temporada seca desaparece.
Paz Crotto
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Estos son los sonidos con los que convivía Guillermo Martínez. Fueron grabados por Paz, la autora de «El hachero» con un grabador de mano, en Los Reartes, Córdoba, Argentina:
#1 El arroyo, los pájaros, la mosca
#2 El fuego, la crecida, los chicos
#3 La noche, los grillos, el caballo, los sapos
#4 El río, la lluvia, los truenos
